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Somos atalayas en donde Dios determino que estemos.

  • Equipo Cristianismo y Política XXI
  • 14 ago 2016
  • 2 Min. de lectura

Los reyes de la antigüedad defendían sus ciudades con muros altos y gruesos, de piedra. Encima de esos muros, había torres desde donde los atalayas podían ver a los enemigos que se disponían a atacar cuando aún estaban lejos. El atalaya tenía por obligación; velar y sonar la alarma cuando el peligro se acercaba; y, ¡ay! del atalaya que se quedara dormido en tanto vigilaba, o que, por cualquier causa, no sonara la alarma cundo había peligro, pues pagaba el descuido con su vida.

Los atalayas debían avisar a la ciudad de que viene el enemigo (el peligro). Y se explica que si no cumple su función, le será tenido en cuenta como mal… pero si “toca trompeta” y las personas deciden no hacer caso, habrá cumplido su función aunque desgraciadamente no se le haga caso.

Dios le dijo a su profeta Ezequiel:

“Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya… Cuando yo dijere al impío; De ciento morirás; y tú no le amonestares… el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano”. Ezequiel 3:17-18

Los profeta son levantados por Dios en tiempos de tremenda apostasía para amonestar al pueblo y que regrese al buen camino.

(Dallas Witmer,Liderazgo Espiritual)

Vemos que el profeta había sido prevenido de la oposición que iba a recibir al advertirle que “La casa de Jehova no te querra oir, son casa rebelde” Versiculo 7 y 9. Esto significa que Dios probara nuestra fidelidad, frente a las circunstancias difíciles que tengamos que pasar.

Dios nos exige como ciudadanos a ser atalayas desde la esfera en la que estemos trabajando. Como cristianos y como aquellos que previenen a los gobernantes de sus errores. De estos ciudadanos comprometidos, Dios levantara profetas, quienes advertirán sobre el peligro inminente. Por esto es sano que los gobernantes tengan personas que les adviertan de sus “Futuros errores”. Es bueno que haya gente informada, que tenga habilidades para investigar y señalar cualquier conducta que valla en contra de la ley o contra la Nación. Este procedimiento debe darse en privado con el implicado, y si el mismo cierra su corazón o sus oídos y persevera en su error, el denunciante deberá actuar conforme a la ley, haciendo pública la denuncia de la forma más correcta posible. Puede ser de forma anónima o directamente. El contexto en el que se encuentre trabajando el ATALAYA determinara junto a la sabiduría puesta por Dios, la mejor manera de actuar en consecuencia.

Equipo Cristianismo y Política XXI

 
 
 

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